viernes, 20 de mayo de 2016

Ecuador y el ocaso de los dioses

Por Decio Machado //
En Revista Digital Contra / Tiempos
https://contratiemposec.wordpress.com

Tuvo que llegar la crisis económica, aquella académicamente negada[1] por el jefe de Estado (el término State of denial ya fue utilizado por el pulitzer Bob Woodward  como título de un libro donde narra las mentiras del gobierno estadounidense durante la guerra de Afganistán e Irak) para que la ciudadanía ecuatoriana comenzará a cuestionar severamente el saber gubernamental –el saber[2] es un recurso que por su naturaleza es objeto de lucha política- y su práctica.

La crisis económica está significándole al poder su resquebrajamiento político. Mientras las alianzas estratégicas armadas antaño con quienes el oficialismo define terminológicamente como “híbridos” (sectores no organizados al interior de Alianza PAIS) tienen los días contados ante la acelerada erosión correísta, el Palacio de Carondelet -el monte Olimpo ecuatoriano- empieza a reflejar un estado decadente muy lejano a las estampillas idílicas manejadas por la Secretaría Nacional de Comunicación (el Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda ecuatoriano) hasta hace relativamente poco tiempo.

El oficialismo es consciente que el nivel de deterioro que sufre su “acrópolis” de poder es debido a las reiteradas ofensas recibidas -cada vez en mayor medida- desde los hombres y mujeres que componen su ciudadanía. Son estos seres mundanos, quienes ignorando recientes páginas escritas de sagradas glorias (milagro ecuatoriano, jaguar latinoamericano, gobierno ejemplo para el mundo, mandatario mejor valorado del planeta y país de la felicidad), quienes tienen la osadía de protagonizar el actual ocaso de sus antiguos dioses. El deterioro actual es tal que ni Zeus, encarnado en la figura del jefe de Estado ecuatoriano, se ve ya capaz de acomodarse debidamente en su “merecido” trono al interior del círculo de los doce del Olimpo.

Pérdida de valor del discurso correísta

En la antigua Grecia existía una categoría intermedia de conocimiento que se ubicaba entre la certeza y la ignorancia, siendo definida en aquel entonces como “doxa”. Aunque la “doxa” ha sido traducida de múltiples formas, no era más que la ideología adoptada por el poder, es decir, ese tipo de saber acomodaticio que encuentra su legitimidad en el esquema de dominación existente, configurando a su vez un coro de sofistas que la propagan y repiten ante cada ocasión o circunstancia. En Ecuador esta cuestión fue grave, pues incorporó también a estas serenatas a quienes se consideran la intelectualidad nacional y a sus respectivos centros de trabajo (muy pocas universidades nacionales tuvieron el valor de resistir el envite del poder), En la práctica se demostró que la “doxa” ecuatoriana no va más allá de ese tipo de saber subjetivo y encorvado que haciendo alarde de su mediocridad se muestra como incapaz de satisfacer al intelecto humano.

Pero el conocimiento, desde su mismo origen, surge dialécticamente poniendo en cuestión la veracidad del saber aprendido, el conocimiento tipo y la ideología dominante. Si algo tiene la plebe cuando comienza a sacudirse las ataduras a las que son sometidos por la dominación, es que desarrollando su ingenio crítico termina poniendo en cuestión las estructuras del saber, conscientes de que saber es poder, evidenciando el culto que desde los establishment burocráticos y las élites económicas se hace de aquello para preservar prebendas de todo tipo, reconocimientos vacíos de contenido intelectual y autoridad jerárquica. No es casualidad que en el país de la “meritocracia” (olvidemos banales episodios vinculados a títulos falsos, tesis plagiadas del rincón del vago o sorprendentes doctorados familiares con la misma tesis académica) el establishment y las élites se hayan apropiado de ese tipo de saber depurado y codificado de manera tal que lo convierten en mecanismo de afianzamiento de la estructura de dominación socialmente existente. En resumen, para un modelo de pensamiento acotado por lo sistémico, no hay espacio para los sectores sociales que cada vez en mayor medida se sienten menos representados.

Pero lo que históricamente ha ignorado el poder es que la evolución del saber ha sido siempre algo estrechamente ligado a los procesos revolucionarios, entendiendo por revolución la ruptura del orden establecido y no slogans publicitarios. El saber progresa porque no se identifica con los logros alcanzados, porque es inconformista y crítico frente a la ideología dominante y a quienes la veneran. Es lo que los griegos definieron como la “paradoxa”, la “doxa” transformada por la dialéctica[3] como un estímulo para la reflexión.

Durante estos últimos años, en Ecuador la “doxa” se convirtió en dogma y ley, pasando a ser el sostén ideológico cultural de un nuevo universo construido desde el poder. El correísmo reactualizó la vulgaridad sofista recogida irónicamente por Platón en los diálogos de Gorgias: “Proponte por modelos no a esos que disputan con estas frivolidades sino a las personas que han conquistado fama y riquezas y que gozan de las otras ventajas de la vida”. En resumen, no te metas en problemas con el poder pues puedes vivir bien sin arruinarte la vida...

Fue desde ahí, desde donde se fue construyendo propagandísticamente una multiplicidad de frases que de forma sistemática eran repetidas por el presidente Correa y seguidas a coro por los diferentes responsables de sus carteras ministeriales, la bancada oficialista en el Legislativo, los seguidores de base de su partido y la intelectualidad académica al servicio del régimen: “el ser humano por encima del capital”, “la Patria ya es de todos”, “quien tiene más debe aportar más”,  “el pasado no volverá”, “toda acumulación de riqueza excesiva es injusta e inmoral”, “en esta revolución nadie se cansa”, “los honestos somos más, muchos más”, “somos un gobierno técnicamente muy cualificado”, “trabajamos con manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes por la Patria”, “con petróleo o sin él, la economía ecuatoriana se mantiene sólida”, “Ecuador es referente mundial en su lucha contra la pobreza”, “político que miente, político que se va a su casa”, “confíen en su gobierno, yo no miento” y un largo etcétera más de consignas bandera que no vale la pena seguir enumerando.

En la práctica esta estrategia consistió en referenciarse en los valores, proyectos y prioridades políticas que se encarnaron bajo el ciclo regional progresista, período durante el cual el correísmo llegó al poder. “Donde fueres haz lo que vieres” dice la sabiduría popular castellana. Pero más allá de la ideología política del mandatario –no abordaré el tema dada su escasa relevancia respecto al contenido de este texto- es un hecho que la mayoría de asesores, ministros, subsecretarios, comisionados y legisladores implicados en las diferentes etapas de la gestión correísta, ni han formado parte de las luchas sociales protagonizadas por el pueblo ecuatoriano en las últimas tres décadas ni provienen de estructuras organizativas con compromiso social (por favor, se ruega no confundir compromiso social con boy scouts).

Hoy, cuando desde el método empírico-analítico (observación de fenómenos y análisis estadístico) ya es fácil vislumbrar la abismal distancia existente entre el discurso y la praxis correísta, cabe hacer una reflexión sobre el nivel de degradación en el que se ha sumido la política institucional ecuatoriana:  fidelidad política basada en intereses personales, políticos que no se diferencian de los otros más allá de por la forma en la que se son empaquetados y se les vende (candidatos-mercancía) y una lógica político-clientelar que se ha generalizado a lo largo y ancho de todo el país.

El hecho de que el marketing político -sin distinción entre las candidaturas políticas con capacidad de disputar espacios de poder- no haya encontrado sus límites en la ética, ha significado a la postre que la sociedad ecuatoriana se haya despojado de criterios ideológicos y afinidades partidistas. La gestión correísta durante estos nueve años de gobierno deslegitimó cualquier valor atribuible a las doctrinas portadoras de fuertes concepciones igualitaristas, a los conceptos de universalidad y otras interpretaciones e incluso degeneraciones del marxismo. Pero más allá de ello, existe un malestar ciudadano respecto a la política en general, el cual se traduce en el hecho de que estos se sientan como “invitados de piedra” dentro del sistema democrático: algo parecido a piezas en un tablero de juego en el que la ciudadanía no se siente como jugadores aunque reiterativamente se les diga que son los protagonistas de la partida.

Crisis de representatividad en ciernes

Ecuador vive un momento político pre-electoral. A menos de nueve meses de los próximos comicios legislativos y presidenciales ya son identificables las tendencias políticas generales existentes en el país.

Al interior del oficialismo y volviendo a la Grecia clásica, cabe reseñar que el empíreo olímpico ecuatoriano se encuentra en el peor de sus momentos desde que nueve años y medio atrás asumiera el mando del país. 

El oficialismo se caracterizó por despreciar el cuestionamiento que le ha ido realizando un cada vez mayor número de ciudadanos, entendiendo de forma simplista que en la historia de la Humanidad siempre ha habido infieles y desagradecidos. Esta abstracción de la realidad fue funcional hasta que los “traidores” empezaron a cuestionar la estructura sacerdotal del poder y los devotos comenzaron a negar ofrendas a los que se consideraban sus dioses.

Profundizando en la falta de agilidad divina, cabe señalar que Zeus tardó más de nueve años en descubrir que los pretendidamente homéricos poetas y poetisas de su parnaso, no eran tan eficientes y capaces como en el mundo de los dioses los dioses tienden a pensar. Entre otras cuestiones, la mala gestión de los recursos, la multiplicidad de errores estratégicos, la prepotencia y sordera que caracterizan las lógicas del poder, los logros escasos respecto al volumen de inversión aplicada, la escasa planificación y, en última instancia, las graves falencias demostradas en la actual gestión posterremoto, le hicieron descubrir al Zeus ecuatoriano que dejó de ser un dios para pasar tan solo al status de rey, pero además un rey desnudo.

En la actualidad el oficialismo vive una pugna interna enmarcada en la lucha por el delfinazgo correísta. La no presencia de Lenin Moreno en el país durante el mes posterremoto ha derivado en un importante costo político para su imagen como heredero, hecho que en la actualidad estratégicamente pretende enmendarse (como ya indicó Confucio, el hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor). Por su parte, la persistente estrategia gubernamental de posicionamiento mediático a Jorge Glas comienza a rendir sus frutos, más allá de que su figura política se limite a una clonación deficiente del actual mandatario. Pero mientras la encarnizada batalla sucesoria continúa al interior del oficialismo, Alianza PAIS descubrió que el mundo exterior también existe.

La oposición conservadora liderada por Guillermo Lasso (quien en la mitología romana -que sustituyó a la griega- podría ser asociado a un Plutón[4] que intenta usurpar el trono de Júpiter) es consciente de que ya en este momento, sin necesidad de que se agudice aún más la crisis, si llega a segunda vuelta podría disputarle al oficialismo el sillón presidencial. En su estrategia de desgaste gubernamental, Lasso tiene claro dos cosas: está donde está más por deméritos del contrario que por méritos propios, y tiene aún pendiente por resolver un conflicto con el otro ala de la derecha que encabeza Jaime Nebot. Ya sabemos que entre la órbita de Plutón y Neptuno (planeta este último cuyo nombre deviene de la deidad romana de los mares) existen una gran cantidad de objetos pululando alrededor del Sol.

A los demás dioses del Panteón romano, se sienten a la izquierda o la derecha de la deidad suprema de la triada capitolina, no les queda más protagonismo que al que puedan acceder desde los curules del Legislativo.

Pero más allá de quien ocupe el sillón presidencial, más del 50% de la población ecuatoriana (según datos de las principales encuestadoras nacionales) no se siente identificados con ninguno de los posibles candidatos presidenciales y sus respectivos partidos. Quienes consideren el próximo 19 de febrero que más allá de lo bueno y malo de la gestión correísta, por salud democrática su ciclo en el poder debe terminar, votará mayoritariamente a la opción que esté mejor posicionada para ser su alternativa (a falta de capacidad de convencimiento, esa es la estrategia de CREO); y a quienes le de miedo la alternativa política que encarna la opción conservadora, mayoritariamente apostará por la continuidad oficialista esperanzados en que una nueva cara signifique un cambio dentro de la cada vez más insufrible continuidad verdeflex. Pero ni una opción ni la otra contará con apoyos incondicionales ni ilusiones ya perdidas. Citando a Moliere, las y los ecuatorianos aprendieron que “somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos”.

Sin embargo, las constituciones modernas han organizado la estructura política del Estado en la forma representativa de gobierno, y tanto se sobrevaloró el concepto de representación que pasó a ser la lógica concebida para la participación popular. Aunque los desarrollos discursivos sobre la representación política presentan una abanico de perspectivas de lo más variado, el sistema democrático convencional redujo la garantía de participación en la cosa pública a la garantía de estar representado. Aunque el texto constitucional vigente abrió algunas ventanas para la coexistencia de la democracia representativa con otros modelos de democracia más reales, en la práctica tanto el Ejecutivo como el Legislativo fueron incapaces –de forma consciente o como demostración de sus limitadas capacidades- de alterar la lógica institucional heredada. En todo caso, cabe señalar que el proceso político ecuatoriano no llego más allá de proliferar en algo que Napoleón Bonaparte ya inauguró allá por el año 1804 como una maniobra política que se repetiría cíclicamente en los tiempos posteriores, el abuso del mecanismo delegativo para legitimar la autocracia. Bajo esta forma de “populismo”, en la periferia del sistema mundo el bonapartismo lamentablemente ha sido bastante frecuente.

La crisis política que se avecina

Si entendemos como crisis política un proceso donde se altera o rompe el normal funcionamiento del sistema político y de las relaciones entre actores políticos y sociales que lo componen, produciendo, durante un determinado periodo de tiempo, momentos de incertidumbre e inestabilidad institucional, cabe advertir que el Ecuador podría no estar muy lejano de ello.

La búsqueda de una nueva hegemonía en el país obliga a la reformulación del discurso de los dominantes, a fin de lograr -en circunstancias cambiantes- mantener el actual status de dominación. Pero la implantación de una nueva construcción discursiva requiere ganarse la legitimidad de los dominados, condición que ante el creciente distanciamiento entre la política institucional y el mundo de los mortales, se advierte como algo cada vez más difícil.

Desde esa lógica, el próximo gobierno será un gobierno débil, donde las mayorías legislativas posiblemente no existan y donde la relación entre el gobernante y la masa plebeya estará lejos de lo que vivimos durante la primera mitad de la era correísta.

La izquierda política ecuatoriana, quienes deberían ser los primeros en percibir que se hace necesario y urgente renovar el fragmentado discurso de los dominados con el fin de seguir planteando resistencia a la dominación, se encuentra en las antípodas de este debate. No forma parte de la discusión de una izquierda incapaz de refundarse, la construcción de nuevos imaginarios sociales como herramientas que incentiven la articulación de un nuevo orden social.

Sin embargo, gane quien gane las próximas elecciones presidenciales, parece más que evidente que el peso de la salida de la actual crisis –esa que fue tan eruditamente negada- recaerá sobre la mayorías sociales política y económicamente dominadas. Recorte de subsidios, pérdidas de poder adquisitivo, flexibilización del mercado laboral y deterioro de la ya cuestionable calidad de los servicios públicos son elementos que posiblemente activarán la movilización social y profundizan una embrionaria pero ya existente inestabilidad política en el país.

Sin vanguardias políticas y sociales con credibilidad para plantear un proyecto alternativo ante la sociedad, es más, sin capacidad ni siquiera para elaborar dicho proyecto alternativo, quedará en manos del sector social movilizado –posiblemente antipartidista pero no por ello apolítico- la posibilidad de reflexionar sobre si necesariamente hemos de estar sujetos a las definiciones de la realidad elaboradas desde los espacios en los que se disputa en la actualidad el poder político y control sobre el orden social existente.





[1] “Rafael Correa dice que académicamente no estamos en crisis”. Ver artículo en:  http://www.euroamericanre.com/cms/correa-dice-que-academicamente-no-estamos-en-crisis/
[2] Según Michel Foucault, detrás de la fachada de la “verdad” se esconde la voluntad del poder, y esta “verdad” no es más que una justificación para dominar, exigiendo conformidad y sumisión. Es desde el saber, desde donde se impone una doble represión: por un lado, la que condena al silencio el discurso de los excluidos; y por otro, desde donde se determina y ordena los discursos “aceptables”.
[3] El método dialéctico se inicia con la duda del saber propio, que adopta la forma de pregunta o interrogante.
[4] En la mitología romana, Plutón era el dios del inframundo. Su equivalente en la mitología griega era Hades, aunque Plutón era más benigno.

Cotacachi: en la búsqueda de un modelo de gestión municipal alternativo

Por Decio Machado // Director Ejecutivo de la Fundación Alternativas Latinoamericanas de Desarrollo Humano y Estudios Antropológicos (ALDHEA)

Santa Ana de Cotacachi es un municipio del Ecuador ubicado a las faldas del volcán Cotacachi, cuya cumbre se eleva 4.939 metros por encima del nivel del mar. Esta localidad, fundada en 1544 por el fraile dominico español Pedro de la Peña, es la actual cabecera del Cantón[1] que lleva el nombre de su volcán. Este territorio se caracterizó, como tantos otros en Ecuador, por el hecho de que su población rural se viese históricamente excluida de los procesos de desarrollo, con escaso acceso al agua potable y al saneamiento público, un reparto muy inequitativo de los recursos existentes, altos índices de corrupción en su gestión administrativa burocrática y la pobreza material de la mayoría de sus habitantes, además de ostentar indicadores con las más altas tasas de mortalidad del país. La gestión municipal estuvo tradicionalmente en manos de la comunidad mestiza-blanca fruto de que la mayoría indígena fue hasta hace relativamente poco tiempo subordinada, económicamente depauperada y socialmente excluida. La segregación afectaba especialmente a las mujeres indígenas en la zona rural, situación que fue el reflejo de la exclusión social y económica que por siglos sufrieron los grupos sociales más vulnerables en este Cantón.

Cotacahi sufrió además, y de manera notable, la crisis económica que vivió el país en 1999 y la posterior dolarización en el año 2000, lo que conllevó un fuerte deterioro en el ámbito agrícola y manufacturero (el campo dejó de ser competitivo y varios talleres artesanales sucumbieron durante este período), incrementándose la migración y el desempleo.

Sin embargo, en la actualidad, este Cantón –el más extenso de la provincia de Imbabura- es el máximo referente nacional en la construcción de un modelo de gestión participativa con la implicación de amplias capas de su ciudadanía.

Es a partir de agosto de 1996 cuando este Municipio situado al norte de Quito marca un punto de inflexión respecto al modelo de gestión institucional que por aquel entonces se daba en el conjunto del territorio ecuatoriano: ciudades excluyentes, sin planificación y carentes de participación ciudadana y control social. Fue a partir de entonces cuando se emprendió, conjuntamente con la sociedad civil organizada, un modelo de gestión multicultural y participativo que tiene como ámbitos de intervención cinco ejes basados en el cumplimiento de los derechos humanos universales: salud, educación, ambiente, producción y empleo e interculturalidad, abarcando en su intervención a las comunidades negras, indígenas y blanco-mestizas moradoras en dicho cantón.

Ya en el año 2000 Cotacachi se declara “cantón ecológico”, preservando sus zonas verdes y fauna a través de la Reserva Ecológica Cotacachi Cayapas. En la zona de Intag, un territorio que cuenta con un extensión de 1.462 kilómetros cuadrados ubicada en el piedemonte occidental de la cordillera de los Andes y muy apetecido por las transnacionales mineras durante los últimos quince años, la población civil cotacacheña se ha visto obligada a protagonizar valerosas acciones comunitarias contra la presión extractivista. La compañía Ascendant Corporation planeó explotar zonas pobladas como Junín, Cerro Pelado y El Triunfo para moler y minar cobre. Las poblaciones locales tuvieron incluso que afrontar la amenaza paramilitar impulsada por esta compañía para amedrentar a los comuneros y campesinos locales. Aunque el Municipio de Cotacachi definiera su territorio como territorio libre de minería e incluso se hayan dado procesos de consulta popular en el territorio auspiciados por los propios moradores, un nuevo decreto puesto en marcha por el Gobierno del presidente Rafael Correa abrió el territorio –bajo el pretexto de ser considerado como zona de interés estratégico nacional- para ser expoliado por una alianza extractiva ecuato-chilena en la cual participa la Corporación Nacional del Cobre (CODELCO). Lamentablemente, la futura puesta en marcha de las actividades extractivas podrían reavivar el enfrentamientos entre la población local y el aparato represivo del Estado, situación que cuenta algunos antecedentes en la zona.

En 2002 Cotacachi recibiría también el premio “Ciudades por la Paz” otorgado por la UNESCO y en 2007 sería reconocida por la Asociación Hispanoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones (AHCIET) con el Premio Ciudades Digitales.

Contando en el año 2002 con un índice de analfabetismo que se elevaba al 22,3% de sus pobladores, tres años después Cotacachi pasó a ser el primer territorio del Ecuador en declararse “libre de analfabetismo” (UNESCO reconoce a un territorio como libre de analfabetismo cuando este índice está por debajo del 3,4% de la población). Al respecto cabe indicar, que según el último censo nacional registrado en el año 2010, Ecuador mantiene en la actualidad un índice de 6,8% de analfabetismo como media nacional.

De igual manera, Cotacachi en esas mismas fechas lograba otro éxito sin igual en la ruralidad nacional, tener una tasa de mortalidad materna inferior a 1 por cada 10.000 nacidos vivos, mientras la media nacional existente en la actualidad aún es de 45 por cada 10.000 nacidos vivos.

Orígenes del cambio

Tras haberse fundado el movimiento Pachakutik en 1995, como brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), el economista indígena Auki Tituaña es elegido alcalde del Municipio de Cotacachi en 1996 y reelegido en dos ocasiones posteriores liderando dicho movimiento político.

Tituaña y su equipo de gobierno fueron los primeros en el país en poner en marcha un modelo administrativo que incorporó la participación ciudadana en la gestión municipal. Para ello se creó la Asamblea de Unidad Cantonal de Cotacachi, la cual se conformó por diversas organizaciones del tejido social local -grupos de jóvenes, asociaciones de mujeres, gremios de artesanos y productores entre otros- y actúa como un mecanismo de control social sobre la gestión institucional, convirtiéndose este espacio de confluencia ciudadana en el verdadero protagonista de los cambios acaecidos desde entonces en este territorio.

La Asamblea Cantonal de Cotacachi fue institucionalizada a partir del año 2000, cuando fueron aprobados sus estatutos de funcionamiento. Entre sus lineamientos cabe destacar su definición como espacio de trabajo independiente, es decir, la Asamblea Cantonal se referencia como espacio autónomo respecto al Municipio de Cotacachi, siendo un espacio creado para que las organizaciones de la sociedad civil participen exponiendo sus criterios en aras a definir los proyectos que a futuro deberán ser llevados a cabo por la gestión institucional.

Tras la puesta en marcha de las Asambleas Anuales de la Unidad Cantonal, se crearon los Comités Coordinadores de las Mujeres en las tres zonas del municipio: zona urbana, zona andina y zona subtropical. La participación de las mujeres se fue haciendo cada vez más activa y propositiva con la puesta en marcha del Presupuesto Participativo en el año 2002.

Cotacachi se convirtió desde entonces en el referente ecuatoriano de la aplicación del Presupuesto Participativo. A través de diversas metodologías, su ciudadanía discute anualmente los problemas que afectan al Cantón, definen sus potenciales soluciones y monitorean la planificación y presupuestos municipales. Esta democratización del poder local, permitió que la Asamblea Cantonal impulsara propuestas y la elaboración de un Plan de Desarrollo Cantonal que los gestores municipales deben posteriormente cumplir.

Fue de esta manera, que los gobiernos indígenas de Cotacachi rompieron con la tradición de los anteriores gobiernos locales de canalizar los recursos municipales principalmente hacia las zonas urbanas, lógica derivada de la desigual distribución del poder político en esta localidad, ignorando la predominancia de población rural (77,5%) en dicho municipio.

Este modelo de democracia radical y participativa está basado sobre principios milenarios del pueblo indígena kichwa andino, los cuales se resumen en la consigna “Ama Killa, Ama Llulla, Ama Shua” (No ser ocioso, no ser mentiroso y no ser ladrón).

Los objetivos principales estipulados desde el primer momento en la puesta en marcha de presupuesto participativo fueron: fomentar la participación y organización social, étnica e intergeneracional, especialmente con un enfoque de género, además de aportar transparencia a la gestión de presupuesto municipal y conseguir una autogestión que valorara la contribución económica de la comunidad. El fomento a la participación de las mujeres, especialmente en el ámbito rural, fue estimulado mediante la creación de medidas de diferenciación de género y discriminación positiva. Se desarrollaron multitud de talleres específicos –utilizando el lenguaje nativo, múltiples recursos educativos a base de colores, símbolos, frutos y semillas, así como metodologías derivadas de la pedagogía del oprimido- destinados a construir un entorno colaborativo en el cual las mujeres indígenas se sintieran integradas y superaran su comportamiento tradicionalmente pasivo y sumiso en el espacio público. En la actualidad, la realidad local evidencia que la participación femenina en el cantón aumentó y en general se reforzó la capacidad organizacional comunitaria. Cotacachi ha sido el primer cantón del Ecuador en eliminar los tan extendidos concursos de belleza locales y el anual reinado de las misses existentes en este pequeño país andino.

En el año 2003 se conformó un Comité de Seguimiento o Contraloría Social, compuesto por miembros de la comunidad, cuya función ha sido controlar la implementación de los programas, proyectos y las obras aprobadas.

Consecuencia de la autogestión y el cogobierno entre ciudadanía e instituciones  municipales en Cotacachi, el Cantón diversificó en estos años su actividad productiva (principalmente agropecuaria, manufacturera, artesanal y comercial), convirtiéndose en un referente turístico en la zona. Más recientemente, el desarrollo local ha apuntado a la producción agroindustrial de flores, frutas y verduras como el espárrago, que encuentran su anclaje en el comercio al exterior.

Por otro lado, en lo que respecta a la promoción y la capacitación de la mujeres en el presupuesto participativo de Cotacachi, cabe indicar que su resultado se visualiza en una serie de transformación entre las cuales destacamos que: el equipo municipal ha ido recibiendo durante años, de la mano mayoritariamente de las mujeres, sus capacitaciones en técnicas participativas; las políticas y proyectos destinados a mejorar las condiciones de vida de la mujeres son ejes muy importantes en los contenidos del Plan de Desarrollo Cantonal, el Plan Sanitario Cantonal, el Plan de Gestión Medioambiental, los Planes Parroquiales y los Planes Comunitarios; las políticas de alfabetización han estado protagonizados en un 65% por mujeres indígenas y el 20% de ellas mujeres ya de avanzada edad que han aprendido a leer gracias al impulso de sus compañeras; las localidades rurales, donde las mujeres ejercen un rol protagónico en la comunidad, recibieron más de dos tercios del total de los recursos municipales alcanzando importantes logros en materia de electrificación y saneamiento básico; en materia de salud se constituyó una comisión tripartita en la cual intervienen a la par, técnicos municipales, comunidad y profesionales del sector, sin por ello menospreciar la medicina tradicional que en la mayoría de los casos es ejercida por mujeres y valorizándose los conocimientos ancestrales indígenas, así como la salud preventiva.

El Cotacachi actual

El desgaste fruto de la gestión durante tres mandatos del alcalde Tituaña, sumada a la crisis interna que vive Pachakutik y el intento por parte de caciques de esta organización política de imponer las candidaturas locales conllevó a que en las últimas elecciones municipales la población optase por un movimiento de reciente creación y carácter local.

Aunque las políticas innovadoras, especialmente en materia de participación, son la tarjeta de presentación de Cotacachi hacia el exterior, es indiscutible que los procesos políticos internos se fueron poco a poco deteriorando. Uno de los principales problemas encontrados es que no todos los actores sociales y políticos de la localidad terminaron incorporándose al proceso de elaboración y construcción del presupuesto participativo. A su vez, las fallas que poco a poco se han ido dando en el sistema de comunicación de la Alcaldía terminaron por acotar los ámbitos en los que circula la información en las diferentes parroquias del Cantón. Por último, la relajación o acomodamiento del establishment técnico-burocrático del Municipio propició que en la última etapa del alcalde Tituaña no se cumpliesen con gran parte de los objetivos establecidos en los planes estratégicos institucionales, en algunos casos olvidándose de los aportes propiciados por la ciudadanía.

Los efectos políticos de estas derivas significaron la derrota del alcalde Auki Tituaña en su intento de reelección en 2009, pasando la Alcaldía a manos del oficialismo correísta aunque también mediante la gestión de un burgomaestre indígena. Durante este período de gestión el descontento creció aún más, y la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi, máximo exponente del tejido social organizado en Cotacachi, llegó a definir a la Asamblea de Unidad Cantonal como “un arma política para tomarse el poder cantonal, apropiarse de las organizaciones de la sociedad civil dejando de ser participativa y sólo representando las voces de ciertos cuadros políticos que quieren ser los protagonistas en las próximas elecciones municipales”.

El descontento ciudadano y la decadencia del proceso participativo local conllevó la formación de un nuevo movimiento político local, el primero en la historia de este Cantón. El movimiento Ally Kawsay (Vivir Bien en castellano), asumió por elección popular la Alcaldía de Cotacachi en las últimas elecciones municipales en el año 2014, planteando una lógica de recuperación respecto a los criterios fundacionales de lo que había sido la “nueva política” construida a partir de 1996 en esta localidad.

Con lemas como “todo lo que vemos ha sido creación de la gente sencilla, nada hay que no podamos hacer si estamos unidos, no hay manuales ni recetas, la respuesta esta en decidir y hacer con la gente”, el Movimiento Ally Kawsay con el actual alcalde Jomar Cevallos a la cabeza planteó la recuperación de principios alternativos que rigen el cantón y que con el paso de los años se han visto paulatinamente deteriorados.

Ally Kawsay cuestiona la lógica jerárquica del poder, plantea la autonomía y la autodeterminación como esquemas básicos de funcionamiento, enfrentándose al liderazgo caudillista predominante en el país como una apuesta por los procesos de horizontalidad en la toma de decisiones. Desde estos espacios se cuestionó la pérdida de transparencia política en la gestión local, el distanciamiento entre gestores y ciudadanos, y la violencia que emana de una sociedad heteronormada planteando el reconocimiento y respeto a las diferencias.

Pero más allá de elocuentes discursos de perfil neo-zapatista, la gestión el actual alcalde Jomar Cevallos se concreta en acciones específicas enfocadas a recuperar el protagonismo ciudadano en la gestión municipal como un modelo eficaz de democracia viva; garantizar las relaciones de producción colectivas, solidarias, autogestionarias y organizadas; priorizar prácticas que garanticen la preservación de los recursos naturales y del Sumak Kawsay (filosofía del Buen Vivir) en el territorio; la afirmación de la diversidad cultural contra el pensamiento dominante y el reconocimiento de la realidad plurinacional existente en el Cantón.

En resumen, el caso de Cotacachi viene a subrayar la importancia de la voluntad política como precondición para fomentar el desarrollo de una cultura participativa en una sociedad local. Este modelo implica que los actores instituciones deben asumir los riesgos derivados de empoderar a sus ciudadanos, dejando a los actores sociales un espacio real y cada vez mayor para definir políticas y controlar la ejecución de proyectos y obras.

La gestión municipal en Cotacachi es demostrativa de que para que los proyectos co-decididos entre administración pública y ciudadanía se conviertan en realidad, retroalimentándose así la legitimidad del presupuesto participativo, debe existir niveles altos de articulación interinstitucional y una fuerte inversión para sensibilizar y formar al personal municipal.




[1] Los cantones en Ecuador son divisiones administrativas de segundo nivel. El país está dividido en 24 provincias que a su vez están divididas en un total de 221 cantones. Los cantones, cuyas cabeceras cantonales constituyen la población más grande al interior del cantón y es donde se ubican sus correspondientes alcaldías, a su vez están subdivididos en parroquias (pequeños pueblos) que se clasifican entre áreas urbanas y rurales.