miércoles, 6 de julio de 2011

“El neoconstitucionalismo transformador” de Ramiro Ávila: por la defensa de una Constitución garantista, igualitaria, participativo y plurinacional


Por Decio Machado (Quito/Ecuador)

En el día de ayer, 5 de julio, se presentó en el Paraninfo de la Universidad Andina Simón Bolívar el libro titulado “El neoconstitucionalismo transformador. El estado y el derecho en la Constitución de 2008” de Ramiro Ávila, doctor en Jurisprudencia por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador y Máster en Derecho por Columbia University (Nueva York).

Rodeado de sus alumnos de la Universidad Andina, y acompañado por su familia, ex constituyentes, amigos del barrio, militantes sociales y académicos de diversas partes del país, Ávila con su estilo desenfadado presentó su libro ante una auditorio
repleto ante el cual hubo tiempo para bromas y chascarrillos más allá de una docta clase de derecho neoconstitucional.

La presencia del ex presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta, y otros amigos como Agustín Grijalva o el ilustre doctor D. Julio César Trujillo, acompañaron la presentación del autor.

Los contenidos de la Constitución de Montecristi, al igual que cualquier otra ley o norma jurídica no son más que el resultado de la correlación de fuerzas en el campo social y político. En este sentido, la Constitución de 2008 es un texto relevante, que hace historia en el derecho constitucional por ser innovador y reconocer elementos tan vanguardistas como, entre otros, el derecho de la Pachamama.

La apuesta constituyente de Montecristi fue rupturista y revolucionaria, y su proceso de elaboración y aprobación por el pueblo ecuatoriano marca el punto más álgido del proceso de transformación impulsado en el Ecuador y fruto de un acumulado de luchas que va desde el levantamiento indígena del Inti Raymi en 1990 hasta nuestros días. Desde el referéndum aprobatorio de la Constitución ecuatoriana, el 28 de septiembre de 2008, el deterioro político del proceso no ha venido a significar más que decepciones entre los sectores más progresistas y transformadores en Ecuador, convirtiéndose cada vez más un estorbo para el gobierno y un marco normativo sobre el que se incumple día tras día con el espíritu de él emanado. Del climax revolucionario, lo que ha sido definido por Correa como “izquierdismo infantil” al viejo y gris “pragmatismo senil” carente de ideas y creatividad transformadora que hoy encarna el mal llamado gobierno de la Revolución Ciudadana. En la actualidad, la Constitución de Montecristi se violenta de forma sistemática con el mantenimiento de la privatización del agua, la puesta en entredicho de la democracia participativa y el control social, la incapacidad de desarrollar los derechos de la Naturaleza o la inexistencia del Estado Plurinacional con todo lo que ello conlleva.

La actual Constitución dejó de ser la hoja de ruta del proceso prácticamente desde el día después a su aprobación. Se ignora gran parte de su contenido y se violenta el espíritu constitucional día tras día, justificándose tales acciones a través de consultas populares –cuyos resultados quedan lejos del apoyo reflejado en su día a la Carta Magna- e interpretaciones forzadas de muchos de sus artículos.

Quizás por eso textos claros para no leguleyos como el desarrollado por Ramiro Ávila en su libro, se transforman en barricadas para la defensa de los principios socio-jurídico-políticos del “estado de derechos”, más allá del tan manoseado y vaciado de contenido estado de derecho.

Considerando que cualquier norma jurídica tiene sus pros y sus contras, la lectura del libro de Ávila entre otras conclusiones llevará al lector a una reflexión: el hiper-presidencialismo que caracteriza históricamente las constituciones latinoamericanas desde Bolívar a nuestros días, mantiene sin duda una mala relación con la democracia participativa y el Estado plurinacional. Esta situación no es baladí en tiempos donde la democracia representativa y los viejos y anquilosados sistemas políticos están siendo puestos en cuestión en múltiples países a los que se les ha considerado históricamente como ejemplos del modelo democrático.

Concluyo citando el último párrafo del libro Ávila: “Para evitar los efectos regresivos, tanto normativos como de aplicación de los derechos fundamentales, se requiere tomar con la mayor seriedad posible la parte dogmática de la Constitución y realizar, según correponda, reformas o interpretación lo más ajustadas al espíritu de Montecristi, que no es otro que favorecer al más débil, evitar el dolor y los sufrimientos innecesarios y transformar esta sociedad injusta e inequitativa“.

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