domingo, 14 de septiembre de 2008

Haddad, exculpado de los atentados, se declara víctima de la investigación del 11-M


Más de 30 testimonios acreditan la presencia de Mohammed Haddad en Tetuán la noche anterior a los atentados . La Policía Científica, tras analizar su ADN, desestimó que éste estuviera en ninguno de los escenarios relacionados con el 11-M . En ‘El Mundo’, Losantos afirmó: ”Quedan pocas dudas de su pertenencia en calidad de agente o confidente de los servicios marroquíes y de su importancia en la organización de los atentados”

“En el marco de las investigaciones del criminal atentado del 11 de marzo de 2004, y en respuesta a los requerimientos de la justicia española a la de Marruecos, mi cliente fue detenido en Tetuán el 17 de marzo de 2004, durante 45 días; pasado ese tiempo fue puesto en libertad, pero sin poder salir del país, ni defenderse de las calumnias de ser uno de los ejecutores de la matanza de Madrid”. Así comienza la carta enviada por Lahbib Hají, abogado colegiado en Tetuán, y dirigida al juez Juan del Olmo, encargado de la investigación de los sucesos del 11 de marzo de 2004.


Y continúa: “Pongo en conocimiento de su señoría que mi cliente se ha personado en el consulado general de España en Tetuán (...), donde ha cursado una petición de visado para poder acceder a España y presentarse ante usted o cualquier otra autoridad judicial que su señoría juzgare oportuno, para aclarar esta tenebrosa situación en honor a la verdad que todos debemos a las víctimas inocentes de los trágicos sucesos de Madrid”. Esta carta fechada el 10 de abril del presente año nunca tuvo contestación por parte del juez de instrucción de la Audiencia Nacional a quien iba dirigida.

La policía política marroquí

Mohammed Haddad figuraba como islamista en los ficheros policiales. Fue identificado como uno de los autores materiales del atentado por un testigo que dijo haberle visto junto a la furgoneta Renault Kangoo aparcada en Alcalá de Henares, vehículo que sirvió para transportar las mochilas con explosivos que se utilizarían en los atentados. Otro testigo aseguró haberle visto salir apresuradamente de su vivienda en Getafe (Madrid) el 12 de marzo de 2004. Esta identificación tuvo como consecuencia la detención de Haddad en Tetuán, su ciudad natal, seis días después de la masacre de Madrid. “El 17 de marzo de 2004 me enteré andando por la calle, a través de uno de mis vecinos, de que la policía me estaba buscando, y que se encontraban en ese momento en un café que yo frecuentaba a menudo en el centro de Tetuán. Me personé en el café y fui detenido por unos 50 agentes de policía”, declara a DIAGONAL Haddad rememorando esa fatídica fecha. “Me detuvieron y de allí fuimos a la casa de mis padres, donde me hospedaba, allí estaban ellos y mi mujer. La policía fue muy violenta, me insultaban, me llamaban terrorista mientras ponían toda la casa patas arriba”.

Luego Mohammed Haddad fue trasladado a la comisaría de Tetuán donde fue interrogado y desde ahí posteriormente conducido a la de Tánger, donde pasó esa noche “oyendo gritos de torturados”. Haddad no era consciente aún de que había sido detenido por la tristemente famosa Dirección de Vigilancia del Territorio (DST), la policía política marroquí. Tampoco imaginaba que el trapo negro con el que le taparon los ojos formaría parte de su indumentaria durante el siguiente mes y medio.


Un día después de su detención, tumbado en el suelo de una furgoneta, esposado y con los ojos vendados, Haddad llegaba a la cárcel secreta de Temara (ver cuadro de la izquierda). Los 45 días en Temara fueron, según su relato, una constante tortura psicológica. Cada vez que salía de la celda le vendaban los ojos, nunca vio a otros presos, sólo oía pasos de los carceleros, gritos y los rezos en la mezquita de la cárcel. La luz estaba encendida 24 horas y sólo distinguía el paso de los días por un ventanuco con rejas situado en el techo de su celda. “Con la cremallera de mi chaqueta escribía en la pared de la celda mi diario. En esas paredes podías leer las torturas a las que fueron sometidos otros presos”.

Los interrogatorios eran diarios, hasta cuatro veces al día Haddad era sometido a preguntas sobre su pasaporte y sobre sus relaciones en Madrid con otros islamistas. Según indica: “Diez días antes de soltarme dejaron de interrogarme. Había entrado en Temara pesando 88 kilos y cuando salí pesaba 65. No podía más, estaba derrotado física y psicológicamente, llegué a decirles a mis interrogadores que me pusieran delante la declaración de culpabilidad que les diese la gana, estaba dispuesto a firmar lo que quisieran”. El 30 de abril de 2004, 45 días después de su secuestro Mohammed Haddad era trasladado en una furgoneta hasta las inmediaciones de la estación de autobuses de Rabat, allí le quitaron la venda de los ojos, le dieron 100 dirhams (10 euros) y le indicaron que volviera a Tetuán. “Nunca pensé que fuera a salir de Temara”, concluye Haddad recordando su secuestro.

Nunca existió una orden de detención sobre Mohammed Haddad, ni de instancia judicial española ni marroquí. Según fuentes policiales españolas, las autoridades judiciales habían remitido a través de la embajada en Rabat una fotografía de Haddad para su localización. Nada más. Aunque éste ha estado en manos de la policía política del régimen alauí durante 45 días, oficialmente nunca fue detenido. Según afirma Haddad, los interrogatorios en Temara se realizaron algunas veces en castellano y otras en francés, lo que le hace sospechar la presencia de policías extranjeros en varias ocasiones. La DST le quitó el pasaporte por lo que, desde entonces, Haddad quedó inmovilizado en Marruecos.

La trama contra Haddad

Mohammed llegó al Estado español a principios de 1990. Al igual que muchos inmigrantes, llegó sin papeles, papeles que obtuvo tras el proceso de regularización de 1991. “Conozco bien los problemas de la inmigración, trabajé en los invernaderos de Almería y he dormido en las calles en Granada, mientras buscaba trabajo”, rememora Haddad. Posteriormente llegó a Madrid, allí se instaló en el madrileño barrio de Lavapiés, donde frecuentó los circuitos habituales: restaurantes árabes, teterías, bares frecuentados por inmigrantes magrebíes. De igual manera visitaba la mezquita de Lavapiés para cumplir los ritos religiosos. Según Haddad: “En Lavapiés conocí a varias de las personas que posteriormente han estado implicados en la trama del 11-M, mi relación con ellos proviene de mucho antes del 11-M, e incluso del 11-S. Jamás formé parte de las reuniones privadas que se hacían en las casas, ellos saben muy bien a qué gente invitan. Rezaba cinco veces al día, quería ser un buen musulmán pero nunca he pensado en la religión en los términos de la yihad. Incluso bebía cerveza y frecuentaba discotecas en esa época”.

Según un informe de la Unidad Central de Inteligencia Exterior (UCIE) de la Comisaría General de Información, Haddad no sólo era conocido en los medios policiales por su vinculación con integristas de Lavapiés, sino que se indicaba que éste había sido detenido en una reunión de islamistas en Estambul en octubre de 2000. Hasta el 16 de marzo de 2004 la UCIE no rectificó este grave error, reconociendo que el detenido en Estambul era Lahcen Ikassrien y no Haddad. “Conocí a Ikassrien en la mezquita, entablamos amistad. Es marroquí como yo, no tenía papeles, me contó que su madre se encontraba gravemente enferma y como consecuencia de su situación de irregular no podía ni siquiera ir a verla y hacerse cargo de sus deberes familiares. Le dejé mi pasaporte para que pudiera viajar a Marruecos, fue un acto de solidaridad. Pasaron cerca de dos meses y no sabía nada de él, fue entonces cuando me personé ante la policía española y el consulado de Marruecos para notificar la desaparición de mi pasaporte”.

Entre tanto, Ikassrien ya había sido detenido en Estambul con el pasaporte de Haddad, en una supuesta reunión de islamistas. Luego, en 2001 fue apresado por los norteamericanos en Afganistán, y enviado a la base militar de Guantánamo en Cuba (ver pág. 42). A requerimiento de la Audiencia Nacional, fue enviado al Estado español más de tres años después. El pasado 11 de octubre la Audiencia Nacional absolvió por falta de pruebas a Ikassrien, para el que el fiscal solicitaba ocho años de prisión como autor de un delito de pertenencia a banda terrorista de índole islamista fundamentalista.

Exculpación sin resarcimiento

Más de 30 ciudadanos tetuaníes declararon que Haddad había estado el 10 de marzo de 2004 en el bar donde posteriormente fue secuestrado por la DST, viendo por televisión un partido de fútbol. En su pasaporte aparece el sello de su última entrada en Marruecos y consiguiente salida de Ceuta: el 31 de enero de 2004. Haddad explica: “Tras el fallecimiento de mi primer hijo, en 2003, un día después de su nacimiento, mi mujer ha estado sometida a tratamiento psicológico. Esto hizo que viajáramos a Marruecos en múltiples ocasiones, para buscar el apoyo familiar de nuestros padres. En enero de 2004 viajé por última vez a Marruecos; vinimos a la Fiesta del Cordero para pasarla junto a la familia. Desde entonces permanezco aquí, pensaba volver a finales de marzo para sellar mi tarjeta del paro, pero ya estaba detenido”. Haddad vive en Tetuán con su hija de año y medio en casa de sus padres. Su mujer, embarazada de 6 meses, reside en Parla junto a la hermana de Haddad y su cuñado.

Desde 2003, según Haddad, ni él ni su esposa vivían en el piso de Getafe; a pesar de mantener el contrato a su nombre, el residente de esta casa era otro inmigrante marroquí amigo suyo. Se trasladaron a Parla, por lo que difícilmente pudo ser identificado saliendo de dicha vivienda el 12 de marzo de 2004. El juez Juan del Olmo nunca ordenó su detención. Los dos testigos que habían afirmado inicialmente reconocerle, se retractaron con posterioridad. A pesar de ello, Haddad ha continuado siendo interrogado por la policía marroquí de manera ilegal. “Tras mi liberación y a lo largo de 2004, he sido sometido a una veintena de interrogatorios más. Me metían en un coche, me llevaban a un café a las afueras de Tetuán y allí me interrogaban. Después me volvían a dejar en los alrededores de mi casa. Siempre pensaba que en algún momento de los interrogatorios me devolverían el pasaporte”.

El pasado 11 de noviembre la Policía Científica española, tras analizar las huellas y el ADN de Haddad, enviadas por la policía marroquí tras la petición del juez instructor del caso, determinaba: “El ADN del marroquí Mohammed Haddad no coincide con ninguno de los perfiles genéticos anónimos recogidos por la policía en los escenarios relacionados con el 11-M”. Quedaba descartada definitivamente su participación en los atentados de Atocha.

El 18 de febrero de 2006 caducó su permiso de residencia y trabajo, permiso que no pudo renovar al no poder viajar al Estado español por no tener pasaporte. Sólo unas semanas después le fue devuelto el documento. “Me llamaron por teléfono para indicarme que al día siguiente fuera a la comisaría de Tetuán a recoger el pasaporte. Cuando llegué me encontré a uno de mis interrogadores en la puerta, no llegué a entrar; me metieron en un coche y allí me lo dieron”.

Haddad se personó en el Consulado General de España en Tetuán dos veces en marzo de este año, para entrevistarse con el cónsul. Éste no lo recibió, pero Haddad cursó una petición de visado para poder acceder al territorio español. Siete meses después, la petición no ha sido contestada. “Quiero presentarme ante las autoridades judiciales españolas, quiero que mi nombre quede limpio de todo esto. Ni siquiera me van a dejar asistir al nacimiento de mi segundo hijo”, manifiesta Haddad.

Se considera una víctima de tercer nivel de los sucesos del 11-M. “Para mí hay tres niveles de víctimas en la masacre de Atocha. En primer lugar los muertos y heridos en este brutal atentado, en segundo lugar las desdichadas familias de las víctimas, y en tercer lugar, la gente que sin tener nada que ver, nos hemos visto de una forma o de otra implicadas en esta barbaridad. Guardando la distancia y con todo respeto a las víctimas y familiares, yo también me considero una víctima del 11 de marzo”.

Temara: la cárcel secreta

"Nadie sabe la ubicación exacta de la cárcel de Temara, estimamos que su ubicación se encuentra entre 10 y 15 kilómetros de Rabat, es una cárcel secreta, ha sido utilizada por la DST para encerrar y torturar a disidentes del régimen alauita, presos políticos saharauis, y desde los atentados de Casablanca a islamistas", indican a DIAGONAL miembros de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos. Según las investigaciones realizadas por Amnistía Internacional y Human Rights Watch, posiblemente dicha cárcel también esté siendo utilizada por los Estados Unidos para torturar islamistas detenidos en Pakistán y en diferentes países europeos.

“Una situación anómala"

Según Jamal Lamarti, presidente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) de Tetuán, “realizamos en su momento un comunicado denunciando el ilegal secuestro de Haddad. Pedimos explicaciones a Interior y Justicia, sin respuesta. Nuestra posición es clara, si la Justicia considera que lo tiene que juzgar que procedan legalmente, pero denunciamos la situación anómala en la que transcurre el caso”. Y continúa: “No podemos interceder ante un Gobierno que no sea el marroquí, ni hacer nada para que el cónsul de España en Tetuán le dé el visado a Mohammed Haddad, pero es evidente que es una situación anormal”.

Este artículo fue publicado por el periódico Diagonal nº 40 en octubre del 2006

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